Dondequiera que ella estaba, allí estaba el Edén. Introducción a Mark Twain, «Diarios de Adán y Eva»
Stephan Kampowski
Credit: Illustration by F. Strothmann, in: MARK TWAIN, Extracts from Adam’s Diary. Translated from the Original MS. by Mark Twain, New York 1904, p. 44.
Se reproduce aquí: Stephan Kampowski, “Introducción,” en Mark Twain, Diarios de Adán y Eva, Editorial Didaskalos, Madrid 2021, 11-49.
El autor
Samuel Clemens, también conocido como Mark Twain, nació en Florida, Missouri en 1835. Cuatro años después, él y su familia se mudaron a la ciudad fluvial de Hannibal en el mismo estado[1]. Allí fue enviado a la escuela dominical y recibió una estricta formación religiosa presbiteriana-calvinista[2]. Esto hizo que estuviese muy familiarizado con las Sagradas Escrituras. Usando el artificio literario de la exageración, más tarde afirmaría que cuando contaba con dos semanas de edad, estaba lo suficientemente familiarizado con la figura bíblica del profeta Samuel como para poder quejarse de haber recibido el nombre de alguien a quien Dios tuvo que llamar un par de veces antes de responder[3]. Aunque conocía el texto sagrado, no se pudo decir que se convirtiese en un entusiasta. Al reportar eventos milagrosos como sucesos históricos, la Biblia hace afirmaciones que para la mente de Clemens eran evidentemente falsas, por lo que sería irracional darles algún crédito[4]. A su juicio, las Sagradas Escrituras tenían una influencia corrosiva sobre la gente[5].
Clemens cursó nueve años de escolaridad. Como su padre había muerto cuando tenía sólo doce años, desde el principio tuvo que contribuir al mantenimiento económico de la familia. De 1848 a 1853 trabajó en dos diferentes periódicos locales de Hannibal, ocupando muy diversos puestos, desde el muchacho que vendía el periódico hasta subeditor e incluso reportero[6]. Así se introdujo en el mundo de la escritura. En esta época, su sueño, sin embargo, era convertirse en piloto de un barco de vapor del Mississippi. Comenzó su formación en 1857 y obtuvo su licencia dos años después[7]. El seudónimo de Samuel Clemens, Mark Twain, se deriva de este contexto. “Twain” es la palabra inglesa antigua para “dos”. Los marineros del Mississippi marcaban la línea de plomo con la que medían la profundidad del río, poniendo una etiqueta cada seis pies, que en el sistema imperial de medición hacen una braza. Dos brazas, de unos 3,6 metros, eran suficientes para que un barco fluvial navegara. “Mark Twain”, por lo tanto, significa literalmente “marca dos” – la segunda marca en la cuerda de medición – y era comúnmente gritado o incluso cantado por los marineros de los barcos de vapor para indicar agua segura[8].
En 1861 estalló la Guerra Civil americana. Navegar por el Mississippi se hizo imposible, y Clemens se unió brevemente a una unidad de voluntarios del Ejército Confederado, pero abandonó la guerra ese mismo año trasladándose a Nevada donde se juntó con su hermano y se dedicó a la minería[9]. Después de haber perdido la oportunidad de hacer una fortuna con las minas de plata, encontró empleo como reportero y escritor en varios periódicos de Nevada y California durante los dos años siguientes[10]. En este período, comenzó a usar su seudónimo Mark Twain. En 1865 publicó su primer cuento corto de éxito, Jim Smiley and His Jumping Frog. Un año más tarde comenzó a trabajar como corresponsal de varios periódicos californianos, primero en Hawái, luego en Nueva York y finalmente en Europa y Tierra Santa[11]. En 1868 se trasladó a Washington D.C., continuando como corresponsal pero también sirviendo como secretario de un senador de Nevada.
En 1869 Clemens comenzó a cortejar a Olivia Langdon, con quien se casó en 1870. Como ella era una cristiana liberal pero devota, durante el período de cortejo y en el primer período de su matrimonio, intentó emular su fe, adoptando formas de piedad cristiana, como bendecir la mesa y realizar una lectura diaria de las Escrituras. Sin embargo, no logró adquirir el gusto por la fe. La Biblia contradecía su razón, y comenzó a sentirse como un hipócrita. Mientras daba a su esposa rienda suelta para continuar con su práctica religiosa, se excusó formalmente, explicando que él ya no podía seguir así. Al final, fue Clemens quien influyó en su esposa más de lo que ella influyó en él. Pues, después de unos nueve años de matrimonio, ella le confió a su hermana adoptiva que ya no creía en un Dios personal[12].
De hecho, un par de años antes de conocer a Langdon, Clemens se había unido a los masones, afiliándose a la Logia de la Estrella Polar número 79 de St. Louis[13]. Su creencia religiosa en ese momento correspondía muy bien con el deísmo comúnmente sostenido por la masonería: la fe en un Dios que es una fuerza superior, pero impersonal, que hizo el universo como un relojero fabrica un reloj. Sin necesidad de la Providencia, la creación de Dios continúa moviéndose de acuerdo con leyes preestablecidas, incluso cuando el relojero divino se retira de ella. Carolina Pernigo hace bien en caracterizar el camino religioso de Twain como ambiguo y oscilante[14]. De hecho, según ella, la actitud de Twain hacia la religión nunca llegó al punto de ser definitiva, y sus afirmaciones al respecto eran a menudo contradictorias, situándose en una tensión que nunca se resolvió[15].
En 1870 nació el hijo de Twain y Olivia, Langdon, que murió en 1872, el mismo año del nacimiento de otra hija, Susy[16]. Dos años más tarde, nació su hija Clara y en 1880 su hija menor, Jean. De todas estas mujeres, Clara fue la única que sobrevivió a Twain. Susy murió a la edad de 24 años de meningitis espinal, dejada sola en Estados Unidos, cuando el resto de la familia estaba en Europa. Olivia murió en 1904 y su hija Jean en 1909. Unos cuatro meses después de la muerte de su hija menor, él mismo falleció el 21 de abril de 1910[17].
Mark Twain es recordado como humorista, satírico, y en general como uno de los más grandes autores americanos de su generación e incluso de más adelante. Entre las obras por las que alcanzó fama mundial están Las aventuras de Huckleberry Finn (1876) y Las aventuras de Tom Sawyer (1884). También escribió innumerables artículos por encargo para periódicos y revistas. Sus publicaciones le hicieron ganar una fortuna, aunque algunas malas elecciones de inversión llevaron al límite sus finanzas[18]. Fascinado por la tecnología moderna, invirtió todo su dinero en el proyecto de desarrollar un nuevo tipo de máquina de linotipia que acabó siendo un completo fracaso. En 1891, mientras aún era solvente, se mudó con su familia a Europa para reducir los gastos domésticos. Pasarían los siguientes nueve años en el extranjero, principalmente en Londres y Viena. En 1894 tuvo que declararse en bancarrota[19]. Para recuperarse de esta calamidad financiera, en 1895 junto con su esposa y con su hija Clara realizó una gira mundial de conferencias de un año de duración, visitando la India, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Su fama fue suficiente para atraer a grandes multitudes a sus conferencias, que generaron considerables ingresos, al igual que sus libros Juana de Arco y Viaje alrededor del mundo, siguiendo el Ecuador un relato de sus viajes. Finalmente regresando a los Estados Unidos en 1900, pudo pagar a todos sus acreedores hasta el último centavo.
Sobre todo durante los últimos diez años de su vida, recibió muchos reconocimientos públicos, como el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Yale en 1901, y ese mismo título por la Universidad de Oxford en 1907[20]. Estos fueron también los años en los que se convirtió en un crítico social franco, alzando su voz contra el imperialismo, ganando la reputación pública de ser el “robusto enemigo de la opresión y la injusticia”[21].
El contexto
Las dos historias recogidas aquí, Los extractos del diario de Adán (=Los extractos) y El Diario de Eva, fueron escritas en 1893 y 1905 respectivamente. Aunque hay más de diez años de diferencia en su composición, Twain pensó que era muy apropiado publicarlos juntos debido a sus evidentes conexiones[22]. Esto ocurrió por primera vez en 1906 en la colección de cuentos titulada The $30 000 Bequest[23].
Los extractos fueron rechazados en un principio por el editor al que Twain había propuesto el texto. Cuando poco después se le pidió que contribuyera a un volumen destinado a promocionar las cataratas del Niágara, pudo pensar en una forma de ajustar el texto para que se acomodase a la nueva ocasión. Simplemente trasladó el Jardín del Edén a las cataratas del Niágara[24]. Los editores del libro promocional se alegraron de incluir la obra, que en esta primera publicación se titulaba “La primera mención auténtica de las cataratas del Niágara. Los extractos del diario de Adán. Traducido del original por Mark Twain”[25]. En 1904 se publicó una edición separada de Los extractos[26], esta vez enriquecida “con reproducciones fotográficas del diario original talladas en piedra”[27]. Las ilustraciones fueron producidas por Frederick Strothmann, un renombrado caricaturista en sus días, y eran tan graciosas como el propio texto.
En 1905 Twain comenzó a redactar El diario de Eva, que es similar en estilo a su obra Los extractos, es decir, es humorística y ligera. Y sin embargo, también hay una nota sombría en él. El diario de Eva fue escrito justo un año después del fallecimiento de Olivia, y se entiende mejor como un homenaje de Twain a su difunta esposa. Como dice el biógrafo oficial de Twain, Paine: “A pesar de sus aspectos divertidos, [El diario de Eva] está lleno de ternura, y en el sentido más reverencial transmite su amor -su adoración- por su difunta esposa. El singular comentario de Adán al final, ‘Dondequiera que ella estaba, allí estaba el Edén’, fue su propio comentario, y quizás la línea más hermosa que escribió”[28]. Se publicó por primera vez en el mismo año en el número de Navidad de la revista Harper’s Magazine[29]. En 1906 fue lanzado como un volumen independiente[30]. Aquí, al igual que en Los extractos, se incluyeron ilustraciones, esta vez producidas por Lester Ralph. Cada una de ellas llena una página entera frente al texto. En contraste con los dibujos contenidos en los Los extractos, estos no son graciosos sino elegantes, aunque al menos una biblioteca local prohibió el libro debido a que Adán y Eva no llevaban ropa.
Aunque uno puede leer El diario de Eva por sí mismo, algunos detalles sólo aparecen a plena luz si se leen junto con los anteriores Los extractos de Twain. Así, en El diario de Eva la primera madre de la humanidad describe su profunda preocupación por el hecho de que Adán “deje de ir a las cataratas”[31], lo que refleja la molestia de Adán, expresada en Los extractos, de que Eva estaba incomprensiblemente preocupada y no quería que pasara por las cataratas del Niágara, ni usando un barril, ni una bañera, ni nadando en un traje de hojas de higuera[32]. El diario de Eva presupone, por tanto, que la historia está ambientada en las cataratas del Niágara, pero nunca lo dice explícitamente.
Para lograr este efecto de espejo, que se añade a la nota humorística del texto, incluso en los casos en que los lectores no tienen a mano Los extractos, Clemens trabajó una breve entrada de Adán directamente en la edición de 1906 de El diario de Eva. Esta parte no se reproduce en realidad a partir de Los extractos, sino que parece sacada de su intento de reescribir la historia de Adán emprendido en 1905, pero no visto hasta su publicación[33].
El humor
Twain presupone la familiaridad de sus lectores con la historia que cuenta. La discrepancia entre su relato y el bíblico está entre los elementos de humor previstos. Sin embargo, Twain nunca escribió simplemente para entretener. Su uso del humor le sirvió para “predicar”, para transmitir un mensaje:
El humor no debe enseñar profesamente y no debe predicar profesamente, pero debe hacer ambas cosas si quiere vivir para siempre. Por “para siempre” me refiero a treinta años. […] Siempre he predicado. Esa es la razón por la que he durado treinta años. Si el humor llegó por su propia voluntad y sin ser invitado, le he permitido un lugar en mi sermón, pero no estaba escribiendo el sermón por el humor. Debería haber escrito el sermón de la misma manera, ya sea que el humor se aplicara o no[34].
En lo que sigue, examinaremos las principales discrepancias entre el relato de Twain sobre el origen de la humanidad y el que da la Biblia, intentando comprender el significado del “sermón” de Twain.
El nombramiento
En primer lugar, está el hecho de que el nombramiento de los animales lo hace Eva. Este es también un aspecto en el que es más provechoso leer los dos diarios juntos. Por lo que respecta a Eva, está feliz de poder ayudar a Adán en una tarea para la que obviamente carece de habilidades intelectuales[35]. Para evitar que tenga que avergonzarse proponiendo nombres absurdos para los animales -como ya había hecho al llamar a su propiedad “Jardín del Edén”[36], mientras que su nombre más apropiado tendría que ser, palpablemente, “Parque de las Cataratas del Niágara”- se asegura de ser tan rápida en su tarea que él no tiene ninguna oportunidad[37]. Como se cuenta desde su perspectiva en su diario, el nombramiento de los animales por parte de Eva es, por lo tanto, un acto de benevolencia caritativa hacia Adán. Desde la perspectiva de Adán, como se cuenta en su diario, la asertividad de Eva es un acto de agresión, una intrusión no deseada. “Ella ha llenado toda la finca con nombres execrables y signos ofensivos:
Por este camino al Remolino
Este camino a la Isla de las Cabras
Por aquí a la Cueva de los Vientos”.[38]
Al mismo tiempo, a Adán no le importa lo suficiente como para iniciar una pelea y prefiere escapar antes que buscar una confrontación[39].
Desde la perspectiva bíblica original, el nombramiento de los animales era un aspecto de la tarea, confiada por Dios a los seres humanos, de dominar y someter la tierra (Gen 1, 28)[40]. La palabra tiene un poder creativo. Dios creo las cosas por medio de la palabra (Gen 1). Y aunque la actividad humana de nombrar no llama a las cosas a la existencia desde la nada, es en cierto modo una continuación del trabajo creativo de Dios a través del mayordomo de Dios puesto sobre el Jardín[41]. Por lo tanto, parece que en el relato bíblico del lenguaje, las palabras y los nombres tienen una función constitutiva. Los nombres separan y diferencian, dando así forma definitiva a los seres así nombrados. Eva, en cambio, está convencida de que cada ser tiene un nombre propio. Según ella, se puede saber inmediatamente que un “dodo”, por ejemplo, necesita ser llamado “dodo” con sólo mirarlo[42]. La teoría del lenguaje de Eva, por lo tanto, parece ser una especie de naturalismo lingüístico como el propuesto por Crátilo en el diálogo de Platón sobre el mismo nombre, para quien “las cosas tienen nombres por naturaleza” y para quien “no todo hombre es un artífice de los nombres, sino sólo el que mira el nombre que cada cosa por naturaleza tiene”[43]. Las palabras y los nombres designan las cosas, pero no tienen nada que ver con su constitución[44].
¿Cuál es el mensaje probable que Twain quiere transmitir con su incongruencia humorística entre el relato bíblico, en el que Adán nombra a los animales, y sus dos diarios en los que Eva lo hace? Hay elementos aquí de un feminismo naciente, propuesto por un autor masculino, esposo de una esposa emancipada de convicciones feministas. Contrarrestando el estereotipo que prevalecía en su época de que las mujeres eran pasivas, Twain describe a Eva como la que tomaba la iniciativa. Al mismo tiempo, su iniciativa se presenta como de tipo particularmente femenino, más saludable y, en muchos sentidos, preferible a la manera masculina de hacer las cosas. Por ejemplo, cuando Adán hace el nombramiento, no se pregunta a los seres nombrados qué dicen de sí mismos. Para él, el “dodo” no se parece más a un “dodo” que él mismo[45]. Eva, por otro lado, antes de dar un nombre, busca entrar en diálogo con la realidad. Ella no quiere imponer un nombre, que también es siempre un destino, sino que quiere preguntar al ser lo que dice sobre sí mismo. En segundo lugar, al nombrar, Adán parece disfrutar de este poder sólo por su propio bien, de ahí el rencor a la intrusión de la mujer. Eva, por el contrario, aunque da nombres y por lo tanto inevitablemente ejerce el dominio, no lo hace por el dominio, sino por amor al otro[46].
El experimento
Otro elemento curioso y, en muchos sentidos, poco ortodoxo es el hecho de que Eva se llama a sí misma y llama también a Adán “experimentos”[47]. De esta manera, por implicación, el Dios Creador, que no se menciona en el diario de Adán, se presenta como un científico moderno en el texto de Eva, que hace uso explícito de la palabra “Dios” sólo dos veces. Dios es una especie de científico moderno, y su actividad creadora debe entenderse de forma análoga a los experimentos realizados por los grandes inventores de la época de Twain, como Nicola Tesla, que privilegió a su amigo Twain con el acceso a su laboratorio[48], o Thomas Edison, que en 1909 rodó una película de Twain en la residencia del escritor[49]. La creación es el trabajo de un demiurgo, un Tesla o Edison de gran tamaño, que lleva a cabo un gran experimento del mismo tipo que los amigos inventores de Twain solían hacer, sólo que a una escala mucho mayor. Adán y Eva están en el centro de este experimento; son su esencia. Eva, el experimento, es curiosa, inquisitiva, formula hipótesis, las pone a prueba, explica su fracaso, incluso juega con fuego y consigue que parte de la finca se queme[50]. Adán, en cambio, al menos en El diario de Eva, está más relajado e inclinado a dejar las cosas como están.
Se puede ver en estas descripciones otra preocupación feminista. Twain intenta contrarrestar el prejuicio que prevalece en su época de que las mujeres son poco inteligentes y tienen poca aptitud para las ciencias. La de Eva es una mentalidad científica, y aunque algunas de sus hipótesis se salen de la norma con humor[51], el hecho es que acaba de empezar. Su método de adquisición de conocimientos no es diferente al de Galileo Galilei, Leonardo Da Vinci, Thomas Edison o Nikola Tesla.
Su mentalidad científica, sin embargo, conoce límites. En Los extractos, Adán es ignorante de los secretos de la reproducción sexual. Como está ausente cuando nazcan Caín y Abel, para él, su aparición es un acontecimiento alucinante. No está claro para él de dónde vinieron y qué son. En su opinión, estas son dos extrañas criaturas que Eva acaba de atrapar. Ahora, él también tiene una mentalidad científica, más en Los extractos que en El diario de Eva, y forma hipótesis sobre la especie a la que podrían pertenecer, conjeturando al principio que podrían ser peces, más tarde pasando a los canguros y luego a los osos. Sólo mucho más tarde entiende que son niños[52]. A diferencia de Eva, Adán es lento. Al igual que Eva, Adán es curioso, forma hipótesis, e intenta probarlas a través de experimentos. Probar la hipótesis del pez en Caín habría llevado definitivamente a la muerte de Caín, y Eva evita enérgicamente que Adán ahogue a su hijo en nombre de la ciencia[53]. Donde la racionalidad científica cruza los propósitos con una racionalidad humana, relacional e interpersonal, Eva, a pesar de ser un experimento, se pone del lado de esta última.
La Caída
El diario de Eva no describe el primer pecado. La historia pasa abruptamente a una sección “Después de la Caída” sin interesarse por la naturaleza de la Caída. Los extractos dan un relato más detallado, presentando el primer pecado de nuestros padres como una nimiedad. Adán está fuera, tratando de mantener una distancia saludable de la nueva criatura que habla demasiado y perturba su paz. De repente, los animales comienzan a devorarse entre sí, y los tigres se comen el caballo de Adán. Él mismo apenas puede escapar de los grandes gatos que se han vuelto salvajes. Sabe que Eva lo ha hecho: ha comido del árbol prohibido[54]. Muy pronto, ella llega y le ofrece algunas de las manzanas que había tomado. Aunque va en contra de sus principios, él las toma, ya que tiene mucha hambre, y “los principios no tienen demasiada importancia cuando uno no está bien alimentado”[55]. Es importante señalar, sin embargo, que aquí, muy al contrario del relato original del Génesis, el daño ya está hecho cuando Eva come del árbol y no sólo en el momento en que Adán consiente. Esto puede ser otro elemento feminista en la historia de Twain, no permitiendo que Adán cargue con el peso de la responsabilidad, sino atribuyéndoselo a Eva como alguien cuyas elecciones importan.
Y sin embargo, diez días después de los acontecimientos, Eva todavía da una interpretación completamente diferente de lo que había sucedido, lo que hace que toda la culpa sea de Adán. Twain deja al lector preguntándose si Eva simplemente inventó una historia fantástica para echarle la culpa a Adán o si esto fue realmente el alcance del crimen. Según la interpretación de Eva, “la Serpiente le aseguró que el fruto prohibido no eran manzanas, sino castañas”[56]. Adán objeta que no había comido castañas últimamente, cuando Eva, lingüista que es, le señala que la palabra “castaña” también puede referirse a “un chiste viejo y feo”, preguntándole si había hecho alguno de estos en el momento del desastre[57]. Adán, preguntándose cómo, dada su corta edad, alguno de sus chistes podía ser viejo y gastado, confiesa sin embargo que justo antes de la agitación natural, había albergado lo que había considerado un pensamiento bastante ingenioso. Las aguas de las cataratas caen hacia abajo. Es un espectáculo. Y luego reflexionó si no sería aún más maravilloso si las aguas se precipitaran hacia arriba. “Estaba a punto de morirme de risa cuando toda la naturaleza empezó la guerra a vida o muerte, y tuve que huir para salvar mi vida”[58] ¿Fue este el primer pecado? ¿O fue que Eva tomara el fruto, por hambre y curiosidad, por amor a Adán[59], y por empatía con los tigres y los buitres, a quienes, sin la muerte en el mundo, se les negaría la dieta propia de su especie?[60] En cualquier caso, el primer pecado, en la lectura de Twain, fue una mera nimiedad. Una broma infantil a lo sumo, que ni siquiera vale la pena mencionar en el segundo relato que da de la historia, es decir, en El diario de Eva.
Esta parece ser la lectura de Twain del libro del Génesis y la causa de su actitud ambivalente hacia Dios y la religión: El juicio de Dios fue injusto. La pequeña broma de Adán y Eva no podía merecer la expulsión del paraíso e incluso la muerte. Lo que sólo está implícito en Los extractos y en El diario de Eva se hace explícito en Eve Speaks, otro de los escritos “edénicos” de Twain, publicado sólo en 1923, muchos años después de su muerte, en el que hace que Eva relate las siguientes consideraciones:
Nos echaron del Jardín con sus espadas de fuego, los feroces querubines. ¿Y qué habíamos hecho? No queríamos hacer daño. Éramos ignorantes, e hicimos lo que cualquier otro niño podría hacer. No podíamos saber que estaba mal desobedecer la orden, porque las palabras nos eran extrañas y no las entendíamos. No sabíamos distinguir el bien del mal. ¿Cómo podríamos saberlo? No podíamos, sin el Sentido Moral; no era posible. Si se nos hubiera dado el Sentido Moral primero, habría sido más justo, más amable; entonces deberíamos ser culpables si desobedecemos[61].
Las amargas lágrimas que Eva llora por la muerte de Abel en Eve Speaks[62] son también las de la esposa de Twain y, en última instancia, las suyas propias, enfrentándose a Dios por traer la muerte a la humanidad sin culpa real de nuestros primeros padres y por continuar castigando a sus descendientes por un pecado que fue de otro.
Evidentemente, el texto bíblico permite una lectura completamente diferente a la dada por Twain. El primer pecado puede entenderse como el rechazo directo de Dios, como una profunda desconfianza que hiere y rompería cualquier relación interpersonal. El trato posterior de Dios con Adán y Eva, incluso las formas de castigo que inflige, pueden verse como expresiones de las tiernas misericordias de Dios, que sigue buscando una humanidad que ha huido de él (Gn 3, 9: “Adán, ¿dónde estás?”) y que promete un Salvador en el momento mismo de manejar lo sucedido (cf. Gn 3, 15). Ahora bien, Twain no era ni teólogo ni exégeta, ni conocía a los Padres y Doctores de la Iglesia. Por su propia y personal lectura de Génesis 3, Adán y Eva eran simplemente ingenuos, y lo que sucedió después de su pecado no fue una consecuencia natural de su acto sino un castigo arbitrario que de ninguna manera se ajustaba a su crimen.
La diferencia
Por mucho que Twain trate de presentar a Eva como una mujer emancipada que contradice los prejuicios que se tenían contra la mujer en su época, no duda en atribuirle un fuerte sentido de identidad femenina. La diferencia sexual entre Adán y Eva está claramente explicada. Aunque se puede percibir el humor afectuoso de Twain al servicio del estereotipo común de las mujeres que hablan mucho[63] y los hombres que no dicen una palabra más de lo necesario[64], sus descripciones adicionales del personaje de Eva no pretenden ser humorísticas o satíricas, sino un homenaje, ciertamente a su difunta esposa en particular, pero también a todas las mujeres en general. Ella es la que introduce la palabra “nosotros” en su discurso con Adán, quien, a su vez, encuentra bastante difícil darle sentido a esa palabra[65]. Ella es la que empatiza con todas las criaturas vivientes, haciendo amistad no sólo con los tigres, sino incluso con un brontosaurio[66]. Ella es la que ama y, en última instancia, enseña a Adán a amar también.
Mientras Eva se pregunta sobre el amor que le tiene a Adán, la diferencia sexual juega un papel importante, sí, incluso central. “Me ama tan bien como puede” -que es su manera muy amable y gentil de aceptar el hecho de que este amor no es particularmente generoso- “Yo lo amo con toda la fuerza de mi naturaleza apasionada, y esto, creo, es propio de mi juventud y de mi sexo”[67]. Concluye su reflexión de página y media sobre por qué ama a Adán con la idea de que “Sí, creo que lo amo simplemente porque es mío y es masculino. No hay otra razón, supongo”[68]. Twain representa así a Eva como la superior de Adán cuando se trata de amar y entablar relaciones. Y para su mente, la razón del amor es la diferencia sexual.
Una crítica feminista puede, por supuesto, objetar la representación de Eva de Twain. En la medida en que ella hace todo lo que hace por amor, puede haber un sentido en el que es cierto decir que “todo el potencial de Eva se utiliza por el bien de Adán”[69]. Y aquí puede surgir una sospecha. ¿No está Eva tratando de “ganar el respeto de Adán”, y no significa esto que “ella considera a Adán como superior”?[70] ¿No presenta Twain a las mujeres aquí como si necesitaran “la aprobación de los hombres”?[71] ¿Pero es cierto que al hacer algo por el bien de otro, uno siempre trata de ganarse el respeto de esa persona y que la considera superior? ¿No hacen los padres mucho de lo que hacen por el bien de sus hijos, sin que por ello piensen que sus hijos son superiores a ellos mismos?
No hay duda de que, particularmente en El diario de Eva, Twain tiene la intención de presentar a Eva, en su capacidad de amar incondicionalmente, como superior en muchos aspectos a Adán. Para Twain, ser capaz de amar es mejor que no ser capaz de amar. E incluso si alguien quisiera desafiar esta premisa, es no obstante cierto que en la historia, Eva no ama a Adán debido a un sentimiento de inferioridad que la lleva a buscar el reconocimiento de alguien a quien considera superior. De hecho, en muchos sentidos ella considera a Adán como inferior: “Habla muy poco. Tal vez sea porque no es inteligente y es sensible al respecto y desea ocultarlo”[72]. Por lo tanto, lo que motiva su amor no es ciertamente su propia necesidad de reconocimiento. Ella no piensa tanto como en sí misma. Ella es libre de sí misma. Su existencia es existencia-para. Y aquí, para Twain, reside su grandeza. Un feminismo falsamente entendido puede considerar este tipo de “existencia-para” como una debilidad. Sin embargo, es posible hacer otras evaluaciones. Para el cristianismo, al menos, la “existencia-para” está en el corazón de la naturaleza misma de Dios; es la esencia del evento de Cristo, y el constante llamado a los discípulos de Cristo, hombres y mujeres por igual: ser es ser-para. La libertad es la libertad de uno mismo y la libertad para el amado.
Hay otra peculiaridad en la forma en que Twain describe la relación entre Adán y Eva. En comparación con el relato bíblico, en la narración de Twain, la dinámica de su relación procede de manera opuesta. Para la Escritura, Adán está inicialmente cautivado por la visión de Eva, entusiasmado por haber encontrado finalmente una contraparte que le corresponde (Gn 2:23). Antes de la Caída, su relación es feliz. Son transparentes al estar frente a frente, sin sentir vergüenza (Gn 2:25). Sólo después se introducen elementos de ruptura severa, como cuando Adán culpa a Eva ante Dios por lo que ha sucedido (Gn 3:12). En la interpretación de Twain, es en cambio antes de la Caída cuando su relación es extenuante, y Adán trata de evadir “la nueva criatura”, cuya asertividad en el nombramiento de los animales, cuya constante conversación y extrema curiosidad agotan seriamente su paciencia[73]. Es sólo después de la Caída que Adán se replantea el asunto y aprende a apreciar su presencia. Muy pronto, la pérdida del Jardín le parece una feliz falla ya que le enseñó a apreciar a su nueva compañera. Tanto Los extractos como El diario de Eva terminan en una nota similar. Así, Adán confía a su diario: “Al principio pensé que hablaba demasiado; pero ahora lamentaría que esa voz quedase en silencio y desapareciese de mi vida. ¡Bendita sea la castaña que nos unió y me enseñó a conocer la bondad de su corazón y la dulzura de su espíritu!”[74].
Es en su percepción de la Caída que los dos diarios por una vez coinciden en sus juicios. Así, Eva escribe, “El Jardín está perdido, pero lo he encontrado a él y estoy contenta”[75]. Su diario se completa póstumamente con una nota de Adán, de pie junto a su tumba: “Dondequiera que ella estuviera, allí estaba el Edén”[76]. Su broma – ya sea comer manzanas de un árbol prohibido o hacer un chiste viejo tipo castaña – resultó en su expulsión del Jardín, pero no perdieron el Edén. La suya fue una feliz falta que les hizo darse cuenta de que el Edén no es un lugar, sino una relación. Fueron salvados por su amor, el cual, para ser encendido, primero tuvo que pasar por la prueba de fuego. Según Twain, no es el amor divino sino el humano el que salva, a pesar y en cierto modo debido a todas sus limitaciones e imperfecciones.
El Sacramento
Los diarios de Adán y Eva son ciertamente la obra de un hombre que tuvo una actitud ambivalente hacia la fe cristiana, un deísta, masón y admirador de la nueva ciencia empírica. Al mismo tiempo, su autor es también alguien que vivió más intensamente, que tenía un agudo sentido de la justicia, y que ciertamente ha conocido el amor y el sufrimiento del amor, ya que vivió para llorar a su esposa y a tres de sus cuatro hijos. A pesar de su dolor y pérdida humana, nunca cayó en el cinismo. A pesar de sus dudas, nunca se desesperó por la salvación, buscándola no donde un deísta riguroso la buscaría -en la reconciliación con los inevitables pasos del Destino- ni donde cualquier ardiente discípulo de la nueva ciencia la buscaría -en las conquistas de la tecnología- sino exactamente donde el Libro Antiguo dice que puede encontrarse: en una relación. El Edén no es un lugar sino una persona. Como sugiere el autor de la Carta a los Efesios, el marido y la mujer están destinados a ser el uno para el otro signos de esta Persona, que es el cielo (cf. Ef 5:31-32). Mark Twain se detuvo en el signo, buscando la salvación en el amor humano sin conectarlo con el amor divino. Pero al dirigirse al signo, inevitablemente, quizás a pesar de sí mismo, también tocó la realidad mayor, para la cual el amor de los dos es un sacramento: un signo eficaz que ya contiene misteriosamente la realidad que significa.
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Cf. Stephen Railton, Mark Twain. A Short Introduction, Blackwell, Malden MA 2004, 1. ↑
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Cf. Stanley Brodwin, “Mark Twain’s Theology: The Gods of a Brevet Presbyterian”, en The Cambridge Companion to Mark Twain, editado por Forrest G. Robinson, Cambridge University Press, Cambridge 1995, 233. ↑
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Cf. Allison Ensor, Mark Twain and the Bible, University of Kentucky Press, Lexington 1969, 1. ↑
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Cf. Ensor, Mark Twain and the Bible, 80: “La Biblia no es verdadera. Afirma que dice la verdad, y sus partidarios sostienen que no puede equivocarse, pero a sus ojos estaba llena de mentiras. Twain consideraba la caída, el diluvio y muchos de los eventos de la vida de Cristo como falsedades” (traducción propia). ↑
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Cf. Ensor, Mark Twain and the Bible, 82: “Una acusación mucho más seria hecha por Twain contra la Biblia fue que tenía una influencia perniciosa sobre la humanidad. Sus textos no sólo aprobaban la esclavitud (la maldición de Canaán, Génesis 9, 25) y la ejecución de brujas (Éxodo 22, 18), sino que también apoyaban crueldades impensables cometidas en nombre del cristianismo. De hecho, en sus momentos más temerarios, Twain acusó a la Biblia de haber empapado de sangre al planeta” (traducción propia). ↑
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Cf. Philip S. Foner, Mark Twain: Social Critic, International Publishers, New York, NY 1966, 13. ↑
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Cf. Railton, Mark Twain. A Short Introduction, 2. ↑
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Cf. Railton, Mark Twain. A Short Introduction, 96. ↑
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Cf. Forrest G. Robinson, ed., “Chronology of Twain’s Life,” The Cambridge Companion to Mark Twain, Cambridge University Press, Cambridge 1995, xvii. ↑
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Cf. Robinson, “Chronology,” xvii. ↑
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Cf. Robinson, “Chronology,” xvii. ↑
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Cf. Foner, Mark Twain: Social Critic, 130-131. ↑
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Cf. Foner, Mark Twain: Social Critic, 130. ↑
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Cf. Carolina Pernigo, “L’ironia funzionale di Mark Twain: rileggere e contestualizzare The Private Life of Adam and Eve,” Between 6 (2016), 2: “El viaje religioso del escritor es ambiguo y oscilante: de una fase inicial de adhesión a la ortodoxia calvinista familiar a una reflexión deísta siguiendo los pasos de The Age of Reason de Thomas Paine; al retorno de una intensa fe cristiano-evangélica durante su compromiso con Olivia Langdon le siguió un período de escepticismo e intensa crítica del mensaje bíblico” (traducción propia). ↑
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Cf. Pernigo, “L’ironia funzionale,” 2: “Clemens se dedicó más bien a una continua revisión de su posición y afirmaciones a menudo contradictorias” (traducción propia). ↑
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Cf. Robinson, “Chronology,” xviii. ↑
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Cf. Foner, Mark Twain: Social Critic, 36-37. ↑
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Para lo siguiente, ver Foner, Mark Twain: Social Critic, 31-34. ↑
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Cf. Foner, Mark Twain: Social Critic, 31-32. ↑
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Cf. Foner, Mark Twain: Social Critic, 34-35. ↑
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Foner, Mark Twain: Social Critic, 34 (traducción propia). ↑
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Cf. Ensor, Mark Twain and the Bible, 49: “Aunque escrito más de diez años después, El diario de Eva tiene una estrecha afinidad en tema y tono con el diario de Adán. El mismo Twain esperaba que los dos aparecieran juntos para ayudar al lector a ver las conexiones entre ellos. Como él dijo, Eva estaba usando el diario de Adán como su texto involuntario” (traducción propia). ↑
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Mark Twain, The $30 000 Bequest and Other Stories, Harper and Brothers, New York 1906. ↑
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Cf. Everett Emerson, Mark Twain, A Literary Life, University of Pennsylvania Press, Philadelphia 2000, 202. ↑
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Cf. Mark Twain, “The First Authentic Mention of Niagara Falls. Extracts from Adam’s Diary. Translated from the Original MS. by Mark Twain,” en The Niagara Book. A Complete Souvenir of Niagara Falls, editado por W.D. Howells, Mark Twain, Nathaniel S. Shaler y otros, Underhill and Nichols, Buffalo 1893, 93-109. ↑
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Mark Twain, Extracts from Adam’s Diary. Translated from the Original MS. by Mark Twain, ilustrado por F. Strothmann, Harper and Brothers, New York 1904. ↑
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Gary Scharnhorst, ed., Mark Twain: The Complete Interviews, University of Alabama Press, Tuscaloosa 2006, 494. ↑
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Albert Bigelow Paine, A Short Life of Mark Twain, Garden City Publishing, Garden City, New York 1920, 278 (traducción propia). ↑
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Para esto y para los siguientes detalles sobre la publicación cf. R. Kent Rasmussen, Critical Companion to Mark Twain. A Literary Reference to His Life and Work, Nueva York, Infobase Publishing 2007, 118. ↑
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Mark Twain, Eve’s Diary. Translated from the Original MS. By Mark Twain, ilustrado por Lester Ralph, Harper and Brothers, New York 1906. ↑
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Mark Twain, Diario de Adán y Eva, Didaskalos, Madrid 2021, 57. ↑
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Cf. Mark Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 58. ↑
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Cf. Ensor, Mark Twain and the Bible, 48-49 y Rasmussen, Critical Companion, 118. ↑
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Milton Meltzer, Mark Twain Himself: A Pictorial Biography, University of Missouri Press, Colombia 2002, 151 (traducción propia). ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 91: “Durante el último día o los últimos dos días, le he quitado todo el trabajo de nombrar cosas y esto ha significado un gran alivio para él, ya que no tiene ningún don en este sentido, y evidentemente está muy agradecido. No puede pensar en un nombre racional que lo salve, pero no dejo que se percate de que soy consciente de su defecto”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 54: “Tenía un muy buen nombre para la finca, y era musical y bonito: JARDÍN DEL EDEN. En privado, sigo llamándolo así, pero ya no públicamente. La nueva criatura dice que todo son bosques, rocas y paisajes, y por lo tanto no se parece en nada a un jardín. Dice que parece un parque, y nada más que un parque. Por lo tanto, sin consultarme, ha sido llamado: PARQUE DE LAS CATARATAS DE NIAGARA”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 53: “Estuve examinando la gran caída de agua. Creo que es lo mejor de la finca. La nueva criatura lo llama Cataratas del Niágara, no estoy muy seguro de saber por qué. Dice que se parece a las Cataratas del Niágara. Eso no es una razón; es algo caprichoso y absurdo. No tengo nunca la oportunidad de dar nombre a nada. La nueva criatura nombra todo lo que se presenta antes de que pueda quejarme”. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 57. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 57. ↑
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Cf. Vern Poythress, In the Beginning Was the Word. Language – A God-Centered Approach, Crossway, Wheaton, Ill 2009, 30: “En la cultura hebrea, nombrar no era un privilegio de todos por igual. El poder de nombrar pertenecía a quien tenía autoridad para hacerlo. El hecho de que Dios nombrara las cosas creadas en Génesis 1 expresaba su autoridad y soberanía sobre esas cosas. De la misma manera, el hecho de que Adán nombrara a los animales iba unido al hecho de que se le había dado dominio sobre ellos (Génesis 1, 28)” (traducción propia). ↑
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Cf. Pierce Taylor Hibbs, The Speaking Trinity and His Worded World: Why Language Is at the Center of Everything, Wipf and Stock, Oregon 2018, 90: “El nombre de Adán de los animales en Génesis 2:19-20 es una representación de las criaturas del discurso autoritario de Dios” (traducción propia). ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 54. ↑
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Platón, Crátilo, 390d-390e. ↑
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Para la distinción entre la función “designativa” y “constitutiva” del lenguaje, véase Charles Taylor, The Language Animal: The Full Shape of the Human Linguistic Capacity, Belknap Press, Cambridge, MA 2016. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 54. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 91-93: “Cada vez que una nueva criatura aparece, la nombro antes de que tenga tiempo de exponerse a sí mismo con un incómodo silencio. Así, lo he salvado de muchas humillaciones”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 83: “Porque me siento como un experimento, me siento exactamente como un experimento. Sería imposible que una persona se sintiese más como un experimento de lo que me siento yo, y por ello comienzo a convencerme de que es justamente eso lo que soy: un experimento, solo un experimento y nada más”. ↑
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Cf. por ejemplo, Margaret Cheney, Tesla. Man Out Of Time, Barnes and Nobles, New York, 1981. ↑
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Véase Louis J. Budd, “Mark Twain as an American Icon”, en The Cambridge Companion to Mark Twain, editado por Forrest G. Robinson, Cambridge University Press, Cambridge 1995, 19. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 102-103. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 118 “Gracias a los experimentos sé que la madera flota, y las hojas secas, y las plumas, y muchas otras cosas. Por lo tanto, gracias a toda la evidencia acumulada sabes que una roca flotará, pero tienes que contentarte con el simple hecho de saberlo, ya que no hay manera alguna de probarlo: hasta ahora”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 79: “Diez años después. Son chicos; lo descubrimos hace mucho tiempo. Fue su llegada en esa forma pequeña e inmadura la que nos desconcertó; no estábamos acostumbrados. Hay algunas chicas ahora. Abel es un buen chico, pero si Caín se hubiera quedado como un oso habría sido mejor”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 67: “La diferencia de tamaño justifica la conclusión de que es un tipo de animal nuevo y diferente, tal vez, un pez, aunque cuando lo puse en el agua para comprobarlo, se hundió, y ella se lanzó a sacarlo de allí antes de que tuviera la oportunidad de comprobar el éxito del experimento. Sigo pensando que es un pez, pero a ella le es indiferente lo que es, y no me lo deja para que pueda averiguarlo”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 62: “Sabía lo que esto significaba: Eva había comido esa fruta, y la muerte había venido al mundo… Los tigres se comieron mi caballo, sin prestar atención cuando les ordené que parasen, e incluso me habrían comido si me hubiera quedado allí, lo cual no hice, ya que hui a toda prisa…”. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 63. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 65. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 66. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 66. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 95: “Intenté conseguirle algunas de esas manzanas, pero no aprendo a lanzar recto. Fracasé, pero creo que la buena intención le complació. Están prohibidas y él dice que me haré daño, pero si mi hago daño complaciéndolo, ¿por qué debiera preocuparme por el daño?” ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 62: “Ella dice que la serpiente le aconseja probar el fruto de ese árbol, y dice que el resultado que esto acarreará es una amplia y elevada educación. Yo le dije que también traería otro resultado: introduciría la muerte en el mundo. Gran error, mejor habría sido ahorrarme ese comentario; sólo le dio una idea: podría salvar al buitre enfermo y proporcionar carne fresca a los abatidos leones y tigres”. ↑
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Mark Twain, “Eve Speaks”, en Mark Twain, The Complete Essays of Mark Twain, editado por Charles Neider, Doubleday, Garden City, New York 1963, 622 (traducción propia). ↑
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Cf. Twain, “Eve Speaks”, 624: “¡No podemos despertarlo! Con mis brazos aferrados a él, le he mirado a los ojos, a través del velo de mis lágrimas, y le he suplicado una pequeña palabra, y no me responde. Oh, ¿es ese largo sueño… es la muerte? ¿Y no se despertará más?” (traducción propia). ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 55: “Mucha niebla esta mañana. Yo no salgo cuando hay niebla. La nueva criatura sí. Sale con todos los climas, y entra pisoteándolo todo con los pies llenos de barro. Y habla. Solía estar todo tan agradable y silencioso”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 55. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 53: “Hoy está nublado, viento del este; creo que nosotros tendremos lluvia… ¿Nosotros? ¿De dónde saqué esa palabra?… Ahora recuerdo que la nueva criatura lo usa”. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 100. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 121. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 123 ↑
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Paramita Ayuningtyas, “Gender Ideology in the Diary of Adam and Eve by Mark Twain”, Humaniora 2 (2011), 372 (traducción propia). ↑
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Ayuningtyas, “Gender Ideology in the Diary of Adam and Eve”, 372 (traducción propia). ↑
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Ayuningtyas, “Gender Ideology in the Diary of Adam and Eve”, 372 (traducción propia). ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 95. ↑
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Cf. Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 57: “La nueva criatura dice que se llama Eva. Está bien, no tengo objeciones. Dice que es para que la llame cuando quiera que venga. Por tanto, le dije que era superflua”. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 79. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 121. ↑
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Twain, Diario de Adán y Eva, cit., 127. ↑
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