Diccionario de sexo, amor y fecundidad – una introducción

José Noriega, René Ecochard and Isabelle Ecochard

Diccionario de sexo, amor y fecundidad, editado por José Noriega, René & Isabelle Ecochard, Editorial Didaskalos, Madrid 2022.

 

1. El proyecto

La respuesta a la pregunta sobre la píldora anovulatoria que san Pablo VI da en la encíclica Humanae vitae lleva a preguntarse cómo es posible que un Papa como él, extremamente sensible a la modernidad, haya podido responder con un “no” a su empleo como contraceptivo. Esta pregunta se hace más apremiante ante la pretensión cultural de los años sesenta, animada por un doble deseo: el “deseo de felicidad” de una generación que veía en la liberación sexual la posibilidad de realizarse y el “deseo de progreso” amenazado por el miedo de la superpoblación. La píldora ofrecía por tanto una vía que había que recorrer para conseguir ambos deseos, haciendo posible un fenómeno de amplia incidencia social y política: la revolución sexual.

En este contexto la respuesta de Humanae vitae surge como una especie de confrontación con la modernidad que, con su técnica, se demuestra capaz de ofrecer soluciones a los problemas humanos. Ese “no” de Pablo VI parecía así como un nuevo fracaso de la Iglesia ante la modernidad.

Cincuenta años después, vemos con ojos diversos las pretensiones culturales de la época. Basta preguntarse: la píldora, ¿ha hecho verdaderamente más felices, más plenas y más densas las relaciones entre hombre y mujer? ¿Ha favorecido el progreso económico sostenible de la sociedad? El tiempo ha mostrado que estas afirmaciones no eran más que utopías. Sí, es verdad, esas pretensiones han cambiado la sociedad, pero no han generado una sociedad más humana, más sostenible, más integrada. Sí, la píldora ha liberado la sexualidad con respecto a la procreación, pero al hacerlo ha des-responsabilizado tanto al hombre como a la mujer de su actuar sexual, favoreciendo así un proceso de des-socialización que ha conducido a las personas a una nueva soledad.

Solo pocas semanas después de los eventos del “mayo francés”, san Pablo VI hizo algo contracultural: dijo “no” a un modo de vivir la sexualidad porque sabía claramente cuál era el “sí” de la sexualidad, es decir, su grandeza y belleza. Ante la separación entre sexo y procreación, la audacia de la respuesta pontificia ha sido la de focalizar la pregunta en el significado de la unión conyugal. La grandeza de esta acción única está en el hecho de que “mientras une con profundísimo vínculo a los esposos, los capacita para la generación de nuevas vidas” (HV 12), es decir, el significado unitivo está indisolublemente ligado al significado procreativo. Con esto, Pablo VI ha establecido el criterio de la verdad del amor conyugal. Seguir este criterio quiere decir recorrer la vía que conduce a la felicidad porque significa aceptar el don que Dios hace a los cónyuges. De aquí nace la norma moral que regula la unión conyugal, según la cual “está por tanto excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su cumplimiento, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como finalidad o medio, impedir la procreación” (HV 14).

Ese 25 de julio de 1968, el día en que el Santo Padre firmó la encíclica, sucedió una especie de explosión. La incomprensión y la oposición que encontró fuera de la Iglesia -y también dentro de ella- era emblemática de la dificultad a la hora de afrontar las cuestiones de fondo. La entera verdad del amor conyugal, ¿puede de verdad girar alrededor de una acción tan concreta, vinculada con el cuerpo de modo tan singular? La cualidad humana de una sociedad, ¿puede verdaderamente depender del hecho de que el acto sexual esté abierto a la vida? Humanae vitae ha sido un texto profético, no solo porque entreveía un futuro, sino sobre todo porque transmitía la verdad del amor conyugal según el proyecto del Creador. Era una luz que brillaba en la oscuridad: cegaba a aquellos cuyas pupilas se habían acostumbrado a la oscuridad; clarificaba a los que percibían que el misterio del Creador se deja entrever en el enigma de la sexualidad.

Lo que en aquella época no estaba claro era precisamente si había un proyecto del Creador sobre la sexualidad y si era visible. Este era el motivo por el que la encíclica ha dado inicio a una formidable profundización en los diversos campos del conocimiento sobre la sexualidad. Desde entonces comenzó una colosal aventura intelectual en la que filósofos, teólogos, sociólogos, médicos, biólogos, pedagogos y pastoralistas se han puesto a trabajar para recomponer una figura humana de la sexualidad en la que el hombre pudiera vivir una vida plena, sostenible en el tiempo. El Diccionario de sexo, amor y fecundidad trata de poner a disposición del lector el resultado de esta aventura intelectual; recoge los frutos de cincuenta años de investigación y ofrece al lector las claves de lectura necesarias para descifrar el enigma de la sexualidad según el proyecto del Creador.

 

2. El título

La elección del título, Diccionario de sexo, amor y fecundidad, no es arbitraria y no quiere ser provocativa. Esta elección responde a una convicción profunda que se refiere al realismo radical de la creación: el valor de la carne y su significación, de hecho, en la carne sexuada. Ya desde el comienzo de los años 60 del siglo pasado, en referencia a una publicación de la revista Esprit dedicada a la sexualidad, Paul Ricoeur se preguntaba: “¿Por qué dedicar estas páginas a la sexualidad más que al amor? El amor, ¿no es acaso el término de síntesis, el punto de polarización, el motor espiritual? Ciertamente. Pero la sexualidad es el punto de convergencia de todas las dificultades, de las dudas, de los peligros y de las situaciones difíciles, de los fracasos y de la alegría”. Lo que está en cuestión aquí es precisamente el sexo y su significado.

El título remite también a una segunda convicción: quien entra en el misterio de la sexualidad accede a un dinamismo que lo lleva al amor y del amor a la fecundidad. La secuencia de este dinamismo ha sido descrita como el “misterio nupcial”. No se trata, por tanto, de proyectar un sentido desde fura, sino más bien de dejar que el dinamismo sexual hable y muestre donde reside su verdadera humanidad, su verdadera grandeza, su verdadera belleza. El sexo conduce al amor y el amor conduce a la procreación. Los tres términos se refieren, por tanto, a tres dimensiones típicamente humanas que están intrínsecamente interrelacionadas, hasta el punto de que su significado humano se encuentra precisamente en su interrelación.

Por tanto, el presente Diccionario afronta el sexo no como un problema en sí, según el acercamiento iniciado en el siglo XVIII y cuyo mayor desarrollo tuvo lugar en el siglo XX, sino que considera el sexo en su relación con la plenitud humana que hace posible, es decir, requiere necesariamente, amor y fecundidad.

 

3. Las líneas de profundización

Han pasado cincuenta años y hoy nos encontramos en una situación decididamente mejor para explicar el valor de la encíclica Humanae vitae y su impacto en la vida de los individuos y de la sociedad. Y esto no solo porque el contexto social ha cambiado significativamente, sino también porque ha habido una verdadera profundización del conocimiento del misterio de la sexualidad, sostenida también por el mismo magisterio de la Iglesia.

El magisterio de los últimos Papas ha indicado un verdadero recorrido de profundización que se ha demostrado fecundo. Pablo VI no decía nada nuevo, sino que, confiando en la tradición recibida y siempre afirmada por la Iglesia sobre la inmoralidad de la contracepción, sobre todo en el Concilio Vaticano II, aplicaba su doctrina a la novedad ofrecida por la contracepción química como método de regulación de los nacimientos. La opinión de muchos era que este nuevo método, a diferencia de los métodos conocidos hasta entonces, no modificaba la naturaleza del acto conyugal. La luz arrojada por Pablo VI, sin embargo, explica que sí cambia el acto porque cambia la intención con la que se realiza dado que el cuerpo de la mujer ha sido deliberadamente modificado. El punto esencial, como justamente ha subrayado Elisabeth Anscombe, es que proponerse impedir la concepción a través de un acto directo corrompe el mismo acto conyugal que, por tanto, deja de ser conyugal.

Las razones que explican este estado de cosas no estaban claras en el contexto cultural de la sociedad y de la Iglesia de entonces. Y es aquí donde el magisterio de San Juan Pablo II ha tenido un papel decisivo con su “teología del cuerpo”. Gracias a ella, hoy podemos comprender mucho mejor cómo la acción conyugal comporta una verdad intrínseca que es la verdad del don de sí que los esposos realizan en el cuerpo y cómo la contracepción implica un cambio radical del significado de lo que expresa, es decir, es una mentira en el lenguaje sexual, porque los esposos no se donan totalmente. El cuerpo, con su complementariedad sexual y su potencialidad de generar es, en realidad, el lugar del don: del don de sí mismo y del don del hijo, de la acogida del otro como don y de la acogida del hijo como don.

Benedicto XVI ha profundizado esta línea con su “teología del amor” y Francisco ha reforzado el acompañamiento pastoral de los cónyuges para que puedan vivir Humanae vitae.

Junto a esta profundización en el sentido de la sexualidad, en estos cincuenta años ha sido posible disipar otro fantasma que en aquellos años confundía a muchos ingenuos: la leyenda de la ineficacia de los métodos naturales. La llamada de san Pablo VI a los hombres de ciencia a “dar una base suficientemente segura a una regulación de los nacimientos fundada en la observación de los ritmos naturales” (HV 24) nos ha permitido disponer hoy de un conocimiento de los ritmos de fertilidad de la mujer que no tiene igual en la historia de la humanidad. Estos conocimientos ofrecen una base segura para quien quiera cambiar los propios hábitos sexuales y adaptarse a esos ritmos, en el caso en se que haya decidido distanciar los nacimientos por motivos justos. Estos métodos de observación forman parte de una visión de la grandeza de la sexualidad y de su belleza: están a su servicio. Es verdad que requieren el esfuerzo, no fácil, de cambiar los hábitos sexuales de la pareja, pero haciendo esto, preservan el valor del encuentro sexual como una verdadera y propia celebración. Por este motivo, más que de “continencia periódica”, se debería hablar de “uniones periódicas”: el momento en que los cónyuges se unen no es un momento de relajación, sino propiamente una celebración.

A cincuenta años de la publicación de Humanae vitae disponemos de una visión más argumentada para explicar y vivir el misterio de la sexualidad. Cincuenta años después, sin embargo, la cultura contraceptiva se ha convertido en algo habitual en la sociedad y las premoniciones del Papa Santo se han hecho, por desgracia, realidad. De este modo, el desafío que la Humanae vitae continúa provocando aparece en toda su radicalidad: lo que está en juego en la apertura de los esposos a la vida es la plenitud de una vocación, la verdad de su amor, la vía que conduce a Dios, la humanidad de una sociedad, la fidelidad de la Iglesia, la evangelización de la intimidad conyugal.

Resulta por tanto evidente cómo, tanto los esposos cuanto la Iglesia deban situarse en una sociedad cuya cultura contraceptiva se ha vuelto hegemónica: deben situarse como minoría creativa. Es ahí donde se puede afrontar la verdad de la cuestión planteada por el sexo, integrando amor y procreación. El futuro pertenece a estas minorías creativas, con tal de que asuman con creatividad y tenacidad la educación en la virtud de la castidad en las nuevas generaciones.

 

4. La elección de las voces, autores y metodología

Los temas apenas mencionados han sido los que han guiado la selección de las 194 voces por desarrollar, según una distribución en cuatro grandes áreas: área de las ciencias experimentales sobre sexualidad; área antropológica; área moral y área pedagógico-pastoral.

Los autores a los que se ha pedido preparar las diversas voces han sido seleccionados por su competencia en materia, acreditada por sus investigaciones, publicaciones y trabajos sobre ese campo. La mayor parte de ellos son conocidos profesores universitarios. Otros son promotores de programas de difusión de métodos de conocimiento de la fertilidad. La internacionalidad de los autores es digna de hacerse notar: 5 de África, 6 de Asia, 8 de Australia, 35 de América y 103 de Europa.

Cada voz ofrece una visión panorámica del argumento en cuestión. Las voces han sido clasificadas en dos órdenes: las “voces de primera aproximación”, a las que se ha reservado un espacio de unas 1.500 palabras y las “voces de desarrollo”, con un espacio mayor, de unas 3.500 palabras.

Al final de cada voz se sugieren otras voces relacionadas que podrían completar el estudio, así como una primera bibliografía útil para comenzar la investigación. Con el fin de facilitar la lectura se han evitados las notas a pie de página, pero en el texto mismo, cuando es necesario, se han propuesto al lector las referencias a una breve indicación bibliográfica. El lector podrá confrontar estas indicaciones gracias a la bibliografía de cada voz, donde encontrará las referencias completas al texto citado.

 

5. El resultado

El resultado de todo este trabajo es el de ofrecer un Diccionario de sexo, amor y fecundidad que se propone como obra de referencia para los profesores y los estudiantes universitarios, así como para todos los interesados en esta materia. Su novedad, claridad, concreción y profundidad lo cualifican como una obra sin precedentes, en la que el lector podrá encontrar una argumentación razonada y las claves de lectura necesarias para estructurar la comprensión de los temas y comenzar una investigación.

 

6. Agradecimientos

A la hora de presentar esta obra al público, los editores desean agradecer a todos los que la han hecho posible. Se ha tratado de un trabajo que ha requerido más de cuatro años de empeño y que ha sido posible gracias a la colaboración de muchas personas, cuya iniciativa, competencia y tenacidad han conseguido llevarlo a buen puerto.

El proyecto fue acogido por el entonces Presidente del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, el profesor Livio Melina, que lo presentó al Consejo Internacional del Instituto. La clarividencia, la sabiduría y la tenacidad del profesor Melina han guiado este empeño durante su mandato de Presidente y también en lo sucesivo. Su sucesor, el profesor Pierangelo Sequeri, ha retomado el proyecto y ha continuado apoyándolo hasta el final.

Los editores han sido sólidamente ayudados por el Consejo Científico que se constituyó y en el que han encontrado apoyo necesario para estructurar el proyecto y resolver los problemas que han emergido más tarde. Nuestro agradecimiento en especial al profesor Michele Barbato, del Institut Europeén d’Education Familiale, al profesor Sergio Belardinerlli, de la Università di Bologna, al profesor Roberto Colombo de la Università Cattolica del Sacro Cuore – Milano, al profesor José Granados del Pontificio Istituto Teologico Giovanni Paolo II – Roma, al profesor Jokin de Irala de la Universidad de Navarra, al profesor Robert Kambic de la Johns Hopkins University – Baltimore, al profesor Livio Melina del Pontificio Istituto Teologico Giovanni Paolo II – Roma, al profesor Furio Pesci de la Università la Sapienza – Roma, a la profesora Maria Luisa di Pietro, de la Università Cattolica del Sacro Cuore – Roma, a Doña Danièle Sauvage de Action Familiale, Mauritius, al profesor Joseph B. Stanford de la University of Utah, USA, y a la profesora Pilar Vigil, de la Universidad Católica de Chile.

 

Roma – Lion, 25 de marzo de 2019

Solemnidad de la Encarnación del Señor

José Noriega

René & Isabelle Ecochard

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José Noriega, René Ecochard and Isabelle Ecochard

José Noriega

José Noriega ha enseñado teología moral especial durante 18 años, de 2002 a 2019, como Catedrático del Pontificio Instituto Juan Pablo II. Actualmente enseña teología moral fundamental en el Seminario de San Juan Vianney en Denver, Colorado. Entre sus publicaciones: No solo de sexo… Hambre libido y felicidad: las formas del deseo (2012); El destino del eros. Perspectivas de moral sexual (2005). Con L. Melina y J.J. Pérez-Soba: Caminar a la luz del amor.Los fundamentos de la moral cristiana (2010). Con R. & I. Ecochard, editó el Dizionario su sesso, amore e fecondità (2019).

Quienes somos

El Veritas Amoris Project se centra en la verdad del amor como clave para comprender el misterio de Dios, de la persona humana y del mundo, proponiéndola como perspectiva que proporciona un enfoque pastoral integral y fecundo.

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