Dondequiera que ella estaba, allí estaba el Edén. Introducción a Mark Twain, «Diarios de Adán y Eva»

By Stephan Kampowski|2024-02-05T21:29:05+01:0019 septiembre 2021|Afectividad, Amor, Antropología, Matrimonio y Familia|

Las dos historias recogidas en "Diarios de Adán y Eva" por Mark Twain fueron escritas en 1893 y 1905 respectivamente. Aunque hay más de diez años de diferencia en su composición, Twain pensó que era muy apropiado publicarlos juntos debido a sus evidentes conexiones. Esto ocurrió por primera vez en 1906 en la colección de cuentos titulada The $30 000 Bequest. El Edén no es un lugar sino una persona. Como sugiere el autor de la Carta a los Efesios, el marido y la mujer están destinados a ser el uno para el otro signos de esta Persona, que es el cielo (cf. Ef 5:31-32). Mark Twain se detuvo en el signo, buscando la salvación en el amor humano sin conectarlo con el amor divino. Pero al dirigirse al signo, inevitablemente, quizás a pesar de sí mismo, también tocó la realidad mayor, para la cual el amor de los dos es un sacramento: un signo eficaz que ya contiene misteriosamente la realidad que significa.

La verdad del amor y la realidad del pecado

By Juan de Dios Larrú|2024-03-09T11:49:21+01:0017 agosto 2021|Afectividad, Amor, Juan Pablo II, Las Doce Tesis, Moral fundamental|

La acción salvadora de Cristo por el don de sí en la Cruz manifiesta el poder del amor verdadero, capaz de vencer al pecado y regenerar al pecador. La salvación nos introduce en la lógica de la misericordia ... La misericordia, inseparablemente unida al don del amor, nos revela que la finalidad de la vida humana no se encuentra en sí misma, sino en la recepción de un don, que es preciso recibir más y más plenamente en las acciones humanas, para que alcance su forma completa y definitiva.

La bendición del Creador

By José Granados|2024-03-09T11:46:10+01:009 mayo 2021|Amor, Creación, Matrimonio y Familia|

Regarding the response of the Congregation for the Doctrine of the Faith on the possibility of blessing same-sex unions "We can conclude that what is at stake in this debate is Christian hope itself, which passes through the generative capacity of the flesh. Today the Church and society need this hope more than ever."

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