El matrimonio, única esperanza para la familia
Conferencia pronunciada en Badín, Eslovaquia, en un encuentro promovido por la [...]
Conferencia pronunciada en Badín, Eslovaquia, en un encuentro promovido por la [...]
La expresión “sentimiento maravilloso” se encuentra en el número 1 del texto básico de la Academia Pontificia para la Vida publicado en 2022 con el título Etica teologica della vita. El documento incluye varios ejemplos de experiencias de alegría para proponer una ética de la vida. Pero ¿de qué tipo de alegría y de vida estamos hablando? Si evidentemente es legítimo experimentar la alegría también a través de los sentimientos, la alegría cristiana no puede reducirse a un sentimiento. ¿Cómo puede ser la alegría un criterio para desarrollar una ética de la vida? En primer lugar, retomaremos las nociones de “vida” y “alegría” en una perspectiva teológica y bíblica, para después extraer algunos criterios de discernimiento también en relación con algunas cuestiones abordadas en el documento de la Pontificia Academia para la Vida.
Quisiera ofrecer mi testimonio sobre Joseph Ratzinger/Papa Benedicto XVI a partir de mi experiencia personal. “¿Qué puedo hacer por Usted? ¿Qué puedo hacer por vosotros?” fueron las palabras con que el 1 de agosto de 2019 me acogió en el Monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano. Se inició así una serie de encuentros personales, siete para ser exactos, hasta enero de 2020, con una correspondencia que prosiguió hasta su muerte.
Como ha señalado papa Francisco, es urgente una verdadera conversión pastoral y misionera. Para poder ofrecer una valoración atinada y una propuesta inteligente de renovación, es preciso considerar en primer lugar la atención pastoral de Cristo, el buen pastor. Nos inspiraremos en el diálogo de Jesús con la samaritana. Allí veremos que solo una pastoral evangelizadora configurada desde la verdad del amor permite que la gracia de Cristo ilumine y transforme el corazón humano y la sociedad. ¿Cuál fue la perspectiva de la pastoral de Jesús con la samaritana? El Señor “dirigió una palabra a su deseo de amor verdadero, para liberarla de todo lo que oscurecía su vida y conducirla a la alegría plena del Evangelio” (Amoris laetitia 294). En este pasaje clave del evangelio de San Juan, la verdad del amor se presenta como un elemento imprescindible y el hilo conductor del pastoreo de Jesús.
¡Adelante, Pedro, con juicio, si puedes!" es la expresión, en español, que se ha convertido en proverbial, y que Alessandro Manzoni, en su obra maestra Los Novios, pone en boca del Gran Canciller español de Milán, Antonio Ferrer. Este último se dirige a su cochero mientras su carruaje avanza rodeado del pueblo alborotado por la hambruna, que se ha sumado a la peste. El Diccionario editado por José Noriega y René y Isabelle Écochard es un valioso instrumento intelectual, científico, teológico, moral y pastoral para "avanzar" (adelante), pero por el camino del auténtico progreso (con juicio), que considera el sexo en la vida humana y cristiana no como un peligro del que hay que protegerse, ni como una diversión desprovista de responsabilidad, sino como una dimensión constitutiva de la plenitud humana, de esa vocación al amor, que siempre está íntimamente ligada al don de sí mismo en la comunión y a la fecundidad.
Podríamos decir que atravesamos hoy una época de post-identidad, caracterizada por la superación de las categorías propiamente personales en la definición de nuestra propia identidad humana, especialmente en lo que se refiere a la corporeidad y a la sexuación. La magnitud de lo que está en juego me ha llevado a preguntarme por dónde comenzar, qué vías, qué caminos apuntó en su momento Juan Pablo II para recorrer esta «crisis» actual, es decir, este momento decisivo que atravesamos, en una cuestión de capital importancia, como es la identidad humana y la diferencia sexual. Me voy a detener a considerar algunas de esas vías, y en concreto me voy a referir a cuatro: 1. La vía de la experiencia del cuerpo y de la diferencia sexual. 2. La vía de la propia interioridad. 3. Reconstruir la unidad originaria varón-mujer 4. La vía de la mujer y de la maternidad.
Las dos historias recogidas en "Diarios de Adán y Eva" por Mark Twain fueron escritas en 1893 y 1905 respectivamente. Aunque hay más de diez años de diferencia en su composición, Twain pensó que era muy apropiado publicarlos juntos debido a sus evidentes conexiones. Esto ocurrió por primera vez en 1906 en la colección de cuentos titulada The $30 000 Bequest. El Edén no es un lugar sino una persona. Como sugiere el autor de la Carta a los Efesios, el marido y la mujer están destinados a ser el uno para el otro signos de esta Persona, que es el cielo (cf. Ef 5:31-32). Mark Twain se detuvo en el signo, buscando la salvación en el amor humano sin conectarlo con el amor divino. Pero al dirigirse al signo, inevitablemente, quizás a pesar de sí mismo, también tocó la realidad mayor, para la cual el amor de los dos es un sacramento: un signo eficaz que ya contiene misteriosamente la realidad que significa.
Papa Francisco ha puesto en evidencia el tema de la paternidad al re-proponer la figura de San José. Confrontar a San José con la tragedia de la paternidad actual puede ayudarnos a entender qué padre es el que estamos esperando: esperamos a un padre que no tenga miedo a acoger a su hijo, a darle nombre, a abrirle a la realidad, a crecer con él, a acompañarle para que llegue a ser padre de sí mismo y de otros. Ese padre vive una paternidad “simbólica”, es más que padre: permite en el hijo la alianza con la alteridad, uniendo origen y destino. Esperamos a un padre que retorne como memoria de un origen bueno, cargado de esperanza.
Regarding the response of the Congregation for the Doctrine of the Faith on the possibility of blessing same-sex unions "We can conclude that what is at stake in this debate is Christian hope itself, which passes through the generative capacity of the flesh. Today the Church and society need this hope more than ever."